DIGO QUE...
En la pintura de Luis Sevillano, la realidad se nos ofrece aparentemente en
su aspecto inmediato.Esto no quiere decir que no haya atravesado su
entidad humana, inpregnandose de su densidad carnal y espiritual, y por
tanto que no haya sido adaptada a su manera de percibir el mundo en
el que se encuentra como parte y como testigo visual.
Pero la manipulación a que Luis Sevillano somete esa realidad mirada y vista,
es ética; ética justo en la medida, en el respeto que se tiene a sí mismo.
Luis Sevillano soporta los avatares de la existencia, el vivir cotidiano,
apoyandose tan solo en lo sustancial, en aquello que posibilita su seguir
en pié, respirando, amando, pintando. Por eso trata a las cosas y a los
seres que constituyen el tema de sus trabajos en la línea de la verdad
de su apariencia, que puede ser y es la línea de la belleza reconocible
y participable, y por descontado comunicable.
De este estado ético, que ha supuesto para él un camino de despojamiento,
nacen la serenidad de sus formas, el equilibrio de sus procedimientos, la
transparencia de sus resultados.
Su pintura es una pintura de compañia con la que se puede convivir
largamente. Una pintura que siempre estará en su lugar, transmitiendonos
la estabilidad de las cosas sencillas, unas frutas, una figura, un paisaje.
Luis Sevillano es un contrapeso de la velocidad que confunde nuestra época.
El - y tantos como él - nos habla a nosotros, no habla de nosotros.
En eso consiste su contemporaneidad.
Adolfo Castaño
1998
Crítico de Arte en ABC Cultural
Crítico de Arte de la Asociación Internacional de Críticos de Arte
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A Luis Sevillano le posee una humildad silenciosa que se oculta en la urdimbre
misma de su trabajo artístico.No trastorna las imágenes ni sus ámbitos, las
representa con sabiduría, con una suerte de contemplación que transcurre por
igual entre el entusiasmo y el desasosiego.No es facil mantener esta actitud
si no se cuenta con una virtud humana producto de la cultura; ser protagonista
y testigo de la propia exitencia, realidad personal entre otras realidades, y
Luis Sevillano muchas veces, seguro lo consigue. Lo consigue porque no se
deja desorientar por el sonido y la furia de las interpretaciones que no llegan
casi nunca a encontrar el secreto de lo que existe.
Y por eso comprende lo que decía Rilke al joven poeta " Entre en Vd. examine
ese fundamento que Vd. llama escribir; ponga a prueba si extiende sus raíces
hasta el lugar más profundo de su corazón, reconozca si se moriría Vd. si se le
privara de escribir". Palabras llenas de claridad para todo aquel que pretenda
alcanzar el estatus de artista.
Sevillano, con el eco de esas palabras en su memoria, se pone a prueba
continuamente y la respuesta que se da es afirmativa, plasmandose en una
nueva imagen y otra y otra más; como si fuera el primer hombre (dice Rilke)
que intente decir lo que ve y lo que experimenta y ama y pierde.
Hace mucho que venimos observando cómo poetiza la realidad Luis Sevillano,
cómo se aparta de los grandes sucesos y como con el mismo sentimiento que
algunos poetas, refleja en sus obras el tránsito menudo del tiempo que sustenta
la historia, tránsito que suscitan y propagan los movimientos elementales
del vivir humano, de su acontecer. Nos gusta su arte porque en él nos recono-
cemos como un eslabón necesario en la cadena de genealogías inacabables.
Adolfo Castaño
2000 Exposición Galería Benot
Crítico de arte en ABC Cultural.
Crítico de arte de la Asociación Internacional de Críticos de Arte.
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" Luis Sevillano y el goce de la pintura "
...encontrarse a alguien que sigue defendiendo una pintura armoniosa,
equilibrada, limpia y bien resuelta en su ejecución, casi es un acto de rebeldía.
Siempre firme desde la destreza del dibujo, la obra va aumentando en sus
posibilidades, esos fondos que parecen estucos dirigen nuestra mirada hacia
el motivo representado.
Unos frutos o unas jóvenes en un espacio vacío son suficientes para que reparemos
en la pintura como sustento de la belleza. Sin apenas distracciones las obras
de Luis Sevillano suelen contener una gran dosis de silencio, un hermetismo
que se hace necesario para que este ejercicio contemplativo por parte del
espectador se potencie y se establezca así una relación mucho más directa.
Así es como sus cuadros adquieren una solemnidad que ahonda en su trascen-
dencia. Unas muchachas tocando un violín o una flauta parecen querer convocarnos
a una música eterna, del mismo modo que un simple manojo de espárragos
puede alcanzar una dimensión mayúscula en la pintura, muy alejada de su
condición de elementos caducos. Esos espárragos son un buen ejemplo de la
posibilidad de la pintura de Luis Sevillano para generar belleza desde lo
representado, para otorgar importancia a aquello que aparentemente puede
no tenerla.
Es la magnitud de la pintura por trascender lo real, por convertir un instante en
la vida de las personas, o unos frutos apoyados sobre una mesa, en algo
digno de ser observado.
Ramón Rozas
Diario de Pontevedra
18 de Noviembre de 2019